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¿Por qué donar sangre?
La donación voluntaria de sangre en nuestro país es inferior al 5%, según informe proveniente del Programa Nacional de Hemoterapia y Banco de sangre (PRONAHEBAS). Actualmente no existen datos públicos o confiables de la donación voluntaria no remunerada en Perú. Veamos algunas cifras más: el número de muertes maternas en Perú debido a hemorragias representa aproximadamente el 50% de la mortalidad materna en el país y, en muchos casos, agravada por la limitada disponibilidad de sangre para combatir el problema.
Nuestros bancos de sangre a nivel nacional están desprovistos de las unidades necesarias para cubrir cualquier contingencia previamente programada o de emergencia. Las pocas que hay se obtienen principalmente a través de la denominada donación por reposición, que podríamos describir como una donación “forzada” por las condiciones y que en algunos casos, si no en la mayoría, lleva a aparejada una remuneración económica como único incentivo para llevar a cabo este gesto.
Este escenario implica algunos riesgos, como el ya mencionado de la escasez, que pueda poner en peligro una vida, o el perjuicio que supone la falta de honestidad de algunos de esos donantes por reposición, remunerados, que ocultan detalles vitales sobre su salud con el fin de obtener la contraprestación económica.
Esto se explica conociendo el proceso. La donación de sangre es (debería ser) un acto altruista para el que no se exige ninguna condición excepcional, únicamente la conciencia de que la sangre es necesaria para alguien (o para nosotros mismos, ya que 9 de cada 10 personas la necesitarán en algún momento de su vida) y las ganas de dedicarle una escasa media hora.
De cada donante, lo que se obtiene no llega a medio litro de sangre (como la sangre es algo que está constantemente produciéndose y renovándose, la cantidad extraída es recuperada a los pocos días sin causar ningún trastorno posterior). Se procesa y analiza y, si es apta, se somete a distintas técnicas que permiten separar sus componentes los glóbulos rojos, destinados a pacientes con anemias crónicas, anemias agudas, cirugías o trasplantes; las plaquetas, empleadas para enfermos con tratamientos de quimioterapia o trasplantes, entre otros; y el plasma, usado como plasma total para algunos pacientes o también para obtener medicamentos que sirven para tratar la hemofilia, problemas de coagulación, quemaduras, enfermedades del riñón y del hígado y otras. Esta separación permite que cada enfermo reciba el componente que necesita. De ahí aquello de “cuando donas sangre salvas tres vidas”.
Hasta aquí todo parece claro y sin mucha complicación. ¿Qué pasa en el análisis o tamizaje de las unidades donadas? Si bien se analiza exhaustivamente toda la sangre que se dona, existe el riesgo de no detectar infecciones si el donante se encuentra en “período de ventana”, ya que el donante tiene circulación viral y puede transmitir la enfermedad pero las pruebas de laboratorio no lo detectan, bien por mínima cantidad del agente causal, bien por ausencia de anticuerpos todavía no generados por el sistema inmune del donante. Cada enfermedad tiene un período ventana diferente que puede variar entre algunos días hasta algunos meses.
Es en este punto donde la información y responsabilidad del donante son indispensables para la seguridad del paciente, dado que el período “ventana” sólo se puede conocer, o deducir, a partir de lo que éste pueda informar en la entrevista previa a la donación. Únicamente si éste es un acto altruista y solidario se tienen mayores garantías.